Los semáforos han sido una herramienta esencial en la vida cotidiana de millones de personas alrededor del mundo durante más de 150 años. Desde su invención, su tecnología ha evolucionado constantemente hasta llegar a los actuales semáforos con bombillas LED. Sin embargo, un grupo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte ha propuesto una innovadora idea que podría revolucionar el tráfico en las ciudades y reducir la contaminación: la introducción de una cuarta luz blanca en los semáforos dirigida a los coches autónomos.
Historia de los semáforos
El primer semáforo se instaló en Londres en 1868 y, desde entonces, ha habido muchos avances tecnológicos en su diseño y funcionamiento. Los semáforos de hoy en día son cada vez más eficientes, con bombillas LED que consumen menos energía y con diseños más modernos.
La propuesta de los investigadores
Los investigadores de la Universidad de Carolina del Norte han propuesto una nueva fase en los semáforos, la «fase blanca», que se activaría cuando el primer coche que llega al semáforo es un coche autónomo. En ese caso, el semáforo se pondría en blanco y el conductor del vehículo detrás del coche autónomo debería realizar exactamente lo mismo que hiciese este último. De este modo, si el coche autónomo pasa el semáforo, el conductor del coche detrás también puede pasar. En cambio, Si el coche autónomo se detiene, el conductor del coche detrás también deberá detenerse.
Esta nueva fase podría mejorar el tráfico y reducir la contaminación.
Escenarios posibles
Los investigadores han planteado tres escenarios posibles para esta nueva fase. El primero es cuando todos los coches implicados en el cruce son autónomos, en este caso, la luz blanca se activaría y los coches se conectarían a un ordenador central que regularía el tráfico, pasando uno detrás del otro con total fluidez. El segundo escenario es cuando el primer coche que llega al semáforo es el de un conductor convencional, en este caso, la luz blanca se apagaría y se volvería a los colores rojo, ámbar y verde. El tercer escenario es cuando el primer coche que llega al semáforo es un coche autónomo y hay algunos coches convencionales detrás, en este caso, la luz blanca se activaría y el conductor del coche detrás del coche autónomo debería seguir su ejemplo.
De este modo, la introducción de una cuarta luz blanca en los semáforos para coches autónomos podría ser una solución innovadora que contribuiría a mejorar el tráfico y reducir la contaminación. Sin embargo, según los investigadores, para que esto funcione, al menos el 10% del parque automovilístico en circulación debería ser de coches autónomos.
El futuro de las tecnologías vinculadas con la movilidad autónoma promete neuvas soluciones que nos ayudarán a mejorar nuestra calidad de vida, reduciendo el número de accidentes y los niveles de contaminación.
Quizás esta cuarta luz en los semáforos pueda contribuir de forma decisiva a lograrlo. ¿Tú que opinas?